(Mr. Jones, Sui Generis)
Mr. John abrió la puerta y encontró a su gata recién vuelta y salió a la calle, como siempre temprano por la mañana a las 11:59. Tomó su auto y su café y se dirigió a una de esas cadenas de comida rápida. Como verán John era americano. Pidió 2 ginebras, una pa´mi y la otra también pa´mi, dijo (el chiste viejo de siempre) las jovencitas que atendían el intercomunicador del autoMac rieron y dijeron en voz baja: otra vez el viejo “viejo verde”. Ellas ya lo conocían bien, no solo por su mala memoria de viejo, que olvida y cuenta siempre el mismo chiste, sino porque un gringo suelto en González Catán siempre será noticia. Después de comer el combo del día, el más económico y rico, tomó su viejo chevette y enfiló hacia el Cottolengo de Don Orione, a visitar a su viejo amigo el Padre Carlos. John era americano pero de familia bielorrusa, por el contrario el Padre Carlos era bielorruso pero de familia americana. Esas coincidencias del Universo. “Dios los cría y el viento los amontona”. Llegado a destino estacionó su viejo carromato en el estacionamiento para discapacitados, justificado por una vieja uña encarnada y enfiló hacia la secretaría. Saludó a la secretaria, la señora Dora, o Dorita para los amigos; tocándose la vísera del viejo sombrero.
El Padre Carlos oyendo el estruendo a carcajadas de la oficina contigua se asomó y dijo: ¡John volviste! “El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen”, contestó John con el viejo chiste de siempre. ¡John pensamos que habías muerto! ¡Nunca! gritó John, la muerte no existe, es solo un Paso. No lo puedo creer dijo el Padre Carlos, y preguntó: ¿Y la soga que tenías en el cuello según la policía?. John contestó: Solo una corbatita que me colocó después de expirar una mala persona. Fallecí de un ataque al corazón. Solo me gustaría decir de ese viejo demonio, que se vaya bien a la Puna que lo re mil re parió.
El Padre Carlos entonces se murió bien de la risa y Mr. John Robin Williams, también.
FIN
Autor: Josze Karusso... ¡y sus amigos!
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