top of page
Malena Falicoff

Autismo en mujeres: batallar por el diagnóstico temprano

“Cuando un niño es tranquilo o está solo en un rincón, despierta alarmas, pero cuando una niña está sola en un rincón está cumpliendo su rol de niña. Eso impide dar cuenta que hay un problema, porque una niña buena nunca es un problema”, son las palabras de Carolina, joven de la comunidad neurodiversa.


Históricamente es menor la cantidad de mujeres dentro del espectro autista comparada a la de los hombres. 1 mujer por cada 3, 4, 5 hombres son los ratios que aparecen periódicamente en artículos y ensayos científicos. Frente a esta disparidad se han pensado muchas teorías. En la superficie, la mujer enmascara el comportamiento autista, imitando las actitudes de sus pares neurotipicos al punto de pasar como una de ellxs. Debido a las capacidades comunicacionales que despliegan, y entendiendo la interacción social como uno de los principales ejes afectados para la comunidad Tea (trastorno del espectro autista), su condición neurológica es ignorada por el resto. Investigando un poco más en el tema, descubrimos que los marcadores utilizados a la hora de evaluar fueron específicamente diseñados para niños, teniendo como base de análisis la sintomatología masculina. El artículo: "Influencia del sesgo de género en el diagnóstico de trastorno de espectro autista: una revisión”, cuenta que algunas de éstas pruebas fueron creadas en base a informes de familiares y profesorxs. Es decir, tomando como referencia las opiniones de adultxs que esperan determinadas actitudes de niñas y niños en los hogares y escuelas. En el estudio inglés: “The Experiences of Late-diagnosed Women with Autism Spectrum Conditions: An Investigation of the Female Autism Phenotype”, las autoras se preguntan si efectivamente las mujeres internalizan los modos autistas, dificultando el llamado de atención de los adultxs, o si los externalizan de formas que las pruebas fallan en detectar. Si, por ejemplo, muestran intereses restringidos (interés intenso hacia una sola actividad por un tiempo prolongado) que deberían llamar la atención, más al ser vistos como “intereses de niña”, como las mascotas y la lectura, son pasados de largo.


La clase, el género y su autopercepción, la etnicidad, la edad, la orientación sexual y la discapacidad, entendidas como categorías sociales interrelacionadas entre sí, dividen a las personas en identidades hegemónicas y oprimidas. Cuando se está en el segundo grupo en más de una categoría, las violencias se estratifican arrojando la diferencia a la periferia, dificultando el acceso a derechos básicos como la educación, el trabajo, la sexualidad plena y la salud. En su caso, forman parte del segmento oprimido dentro de dos esferas sociales: son mujeres en una sociedad patriarcal y son neurodiversas en un mundo capacitista. Si ésta doble opresión no es captada, se falla en cumplir con la sección de la “Ley de Protección Integral a las Mujeres Nº 26.485” destinada al Ministerio de Salud, que determina que debe promoverse una práctica médica no sexista en el área de salud (en la cual se incluye la salud mental), en el marco de una formación en materia de genero por parte del personal médico sanitario.


¿Bajo qué discursos se basan lxs profesionales de la salud a la hora de tratar a sus pacientes? ¿Cuáles son las violencias que sufre el colectivo, y sus resistencias?


Foto: Istock/useng


El diagnóstico temprano como arma de doble filo


Según Carolina, el diagnóstico temprano del niño o niña debe estar enfocado en su bienestar. Mejorar su calidad de vida al permitir que los adultos busquen las herramientas necesarias para cuando enfrente situaciones en el futuro. Hay familias que, al recibirlo, su foco es hacer desaparecer el autismo de sus hijos. En cambio, éste tiene que ir acompañado de un proceso de aceptación del entorno familiar, entregarle herramientas a esa persona para que al crecer sea su mejor versión posible, su mejor yo, pero no perderlo en el camino.


Hoy en día hay dos modelos de discapacidad en continua tensión, y éstos salen inevitablemente a la luz en el “porque” de buscar el diagnóstico para lxs hijxs, tal como argumentó Carolina en el párrafo anterior. El modelo médico-rehabilitador, también llamado asistencialista, se hallará dispuesto a integrar a lx individux a la sociedad, siempre que se cancelen sus rasgos diferentes. Por el contrario, el modelo social lx contempla como sujetx de derechos, con deberes y responsabilidades para con su sociedad. Aboga que éstxs puedan apropiarse de los espacios que habitan, y no sean solo necesitadxs de cuidados. Adaptar a lx individux al espacio o adaptar el espacio a lx individux. Sobre los modelos de discapacidad profundiza Julia Risso, militante de Orgullo Disca, en su Podcast “Les Otres”, capítulo: “¿Cómo nombramos la discapacidad?”


Violencias y potencias


La concepción de la mujer como “naturalmente” tranquila y pasiva, enraizada en los imaginarios sociales, sumado al rechazo de lxs pares en cuanto notan la diferencia actitudinal en los primeros espacios de socialización y encuentro, la consecuente necesidad de aceptación de éstxs y la imposibilidad de decir “no”, peligra con colocar a las jóvenes con Tea en situaciones de vulnerabilidad. También, el no contar con grupos de apoyo que las mujeres neurotípicas articulan desde los primeros años en dichos espacios, donde comparten sus experiencias, detectando conjuntamente los comportamientos amistosos, románticos y abusivos. Varias mujeres Tea, invitadas a contar sus experiencias en el estudio mencionado anteriormente, expresaron el haber sentido que les faltaba, sin estos grupos, un punto de referencia sobre el que basarse, y una dificultad para leer por sí mismas las intenciones de lxs demás, cuestión que toma especial relevancia con respecto a cómo interpretan sus intercambios con varones.


Fue luego del diagnóstico el momento en el que comenzaron a pedir clarificaciones al no quedarles claro qué tipo de intención tenía la persona en cuestión. Esto se interconecta con el hecho de que niñas y jóvenes con autismo sufren una exposición mayor a la violencia sexual que el resto de las mujeres, en especial las no hablantes o con dificultades cognitivas. El Parlamento Europeo elaboró un informe que arrojó que las mujeres con discapacidad corren cuatro veces más riesgo de sufrir violencia sexual. Por otro lado, como se las construye asexuadas, se les dificulta acceder a una Educación Sexual Integral (ESI), en casos les es directamente negada. Perdiendo así, múltiples armas para identificar actitudes violentas.


Con el surgimiento de las redes sociales, encontraron un espacio para contar sus experiencias en primera persona, visibilizando sus testimonios, difundiendo estrategias, recomendando profesionales y formando redes. Ellas invitan a no pensar las categorías sociales como conceptos cristalizados sino que la sociedad construye colectivamente las identidades que son aptas y funcionales, y las enfermas y anormales, en función de sus diferencias corporales y neurológicas. De esa manera es como se discriminó a la mujer, a las disidencias y a las personas con discapacidad desde siempre, usando esa diferencia desde una propiedad negativa. En cambio, pensarla como una potencia, como un punto de fuga del modelo heterocisnormativo, patriarcal y capacitista, es una forma de comenzar a desandar los términos binarios donde unxs dominan a otrxs.


Foto de portada: BBK Family


Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page